Desde pequeña en mi familia nos mantuvieron en clases extracurriculares de todo tipo. Si… fui de esas niñas que van corriendo de una escuela a otra para hacer todo tipo de malabares. Fue increíble por que eso me dio un abanico de posibilidades para pensar a que podría dedicarme el resto de mi vida.
Es un hecho que el diseño gráfico no fue mi primera opción, la realidad es que nunca he sido buena dibujando, pero muchos años después me di cuenta que si era buena diseñando digitalmente. Entre esos cursos extras fue el baile, ballet y jazz; y literal como cualquier niña de 9-10 años, mi sueño era convertirme en una bailarina internacional reconocida.
En el momento en el que llegué a la preparatoria el panorama me cambió, tomé un par de clases opcionales de diseño y algo de magia salió de ello. No sólo fue el rollo digital, si no también romper el paradigma que me había creado en mi mente de que el dibujo no era lo mío. En ese tiempo (si…hace bastante tiempo) no existían las computadoras con las que podemos trabajar hoy en día, imaginen que mi primer trabajo creativo digital fue en Paint.
Decidí estudiar diseño gráfico y desarrollar mucho más esas habilidades que descubrí.
No les mentiré al decirles que mucha gente me dijo que si me dedicaría a “hacer dibujitos”, que eso “no es una carrera seria” … que terminaría trabajando en las “9 esquinas” (lugar en Guadalajara, México, dónde hay mayoritariamente imprentas, donde muchas veces regalan el trabajo de diseño). Sin embargo, jamás me desmotivé, sabía que el diseño es una profesión súper importante…y no me equivoque, hoy día TODO ES DISEÑO!
Tengo más de 10 años dedicándome al diseño, me encanta y me motivo cada día. También es una realidad que no todo es miel sobre hojuelas, es una profesión un tanto saturada, pero lo más lindo de dedicarte al diseño es crear tu sello, que marques una diferencia entre la competencia, nunca dejes de aprender, y lo más importante sé autentic@!!